¿Qué es primero? ¿El desarrollo o el progreso?
En muchas ocasiones vemos que se utilizan los términos “desarrollo” y “progreso” como sinónimos cuando en realidad no lo son. Sin ser contradictorios uno de otro, podemos afirmar que se trata de dos caras de una misma moneda y que no podemos alcanzar uno sin la necesaria evolución del otro. Sin embargo, aún persiste la interrogante: ¿cuál de los dos debe ser primero?
Esta duda ya fue resuelta desde hace mucho tiempo por Friedrich A. Hayek en su libro Fundamentos de la libertad; en donde, desde una óptica de la filosofía económica, establece la necesidad de desarrollar al individuo para que tenga la capacidad de administrar y, al mismo tiempo, crear más progreso; lo cual, en resumidas cuentas, quiere decir que una persona se desarrolla primero en capacidades técnicas y científicas para, posteriormente, hacer progresar a la sociedad a través de su propio desarrollo personal.
Ahora bien: ¿por qué estos dos conceptos son tan relevantes en sociedades como la guatemalteca? Porque para evolucionar necesitan de la libertad y de un orden espontáneo, no de un orden estatal que busque “dirigir” la conducta y el comportamiento de los individuos. Es por ello que, por lo general, cuando vemos que los gobiernos estatales o municipales crean alguna ordenanza o prohibición que está encaminada a lograr una conducta especifica en las personas, lo único que hacen es provocar un caos en lo que supuestamente están buscando ordenar; esto ocurre como consecuencia natural de intentar forzar un orden que no es espontáneo y que no nació orgánicamente del desarrollo intelectual de los individuos.
Y ojo, porque con esto no estoy diciendo que se tenga que dejar todo al azar y a lo que todos quieran hacer por su propio antojo, sino más bien que primero hay que instruir a las personas para que desarrollen el conocimiento y las habilidades que después creen conductas constantes que provoquen el progreso de las comunidades y de la sociedad en general.
Es por ello que para llevar desarrollo a los centros o cascos urbanos las municipalidades deben comprender que, dentro de sus planes urbanísticos, es necesario contemplar planes educativos con relación a los proyectos que desean ejecutar, dado que el urbanismo como herramienta de desarrollo no puede evolucionar fácilmente si las personas no son instruidas al mismo tiempo que se planifican los proyectos que se desean ejecutar para su beneficio.
Las administraciones municipales deben comprender las micro dinámicas sociales de cada una de las áreas de un municipio o población. Por ejemplo, no podemos pretender que la dinámica de los vecinos de la Zona 18 de la Ciudad de Guatemala sea la misma que la de los vecinos de la Zona 11, dado que por naturaleza y posición geografía son sectores totalmente diferentes.
El crecimiento de una ciudad debe evolucionar como una enredadera: el jardinero únicamente establece guías para darle dirección a la planta, pero esta, de forma orgánica, libre y espontánea, decide hacia dónde crecer, cuánto crecer y a qué velocidad.