La movilidad en la capital ya es un problema nacional (parte I)
No recuerdo exactamente el año —debió ser entre 1997 y 1999— cuando a un buen amigo alemán que vivía en Antigua Guatemala lo invitaron a ser traductor de un grupo de empresarios alemanes y una comisión de funcionarios de la Municipalidad de Guatemala. Para entonces ya se estaban buscando soluciones para los problemas de movilidad que la capital empezaba a enfrentar. Luego de una semana de reuniones, entrevistas, visitas de campo, presentaciones y muchas mesas técnicas, lo que más recuerdo de aquellas actividades fue el último comentario del jefe de los ingenieros alemanes antes de subirse al bus que lo llevaría al aeropuerto. Viendo fijamente al grupo de funcionarios de la Muni de Guatemala, dijo: Es gibt keine Entschuldigung.
La mirada y la entonación de ese hombre al mencionar sus últimas palabras provocó que, sin que nadie comprendiera nada excepto mi amigo alemán, todos guardáramos un absoluto silencio. Yo a mi escasa edad me quedé frío y puedo decir que hasta sentí miedo y vergüenza.
Hoy, a más o menos 27 años de esas reuniones de trabajo, puedo decir que casi todo cuanto dijeron los ingenieros y empresarios alemanes se ha ido cumpliendo de una u otra forma; pero que las conclusiones a las que llegaron sí se han cumplido a cabalidad: aglomeraciones, desorden y caos.
En esa oportunidad se discutía la necesidad de crear un metro en la ciudad de Guatemala. Los alemanes presentaron planes, diseños, rutas, costos, gestión y administración; algo aún para ese entonces total y completamente irreal, por lo menos para mí, que únicamente contaba con 25 o 26 años. Yo estaba impresionado con la calidad de la presentación, el orden, la atención en los detalles… era todo casi perfecto. Pero al mismo tiempo era incomprensible escuchar a los personeros de la municipalidad poner peros y excusas a todas y cada una de las soluciones que presentaba la comitiva extranjera. Era asombroso ver cómo la ignorancia y la estupidez se sobreponía a los argumentos y soluciones presentadas por los alemanes, las cuales se fundamentaban en experiencias de éxito alrededor del mundo y en soluciones desde el punto de vista de la ingeniería civil, lo cual, dicho sea de paso, era uno de los temas que más me impresionó.
Hoy puedo decir, sin temor a equivocarme, que los alemanes tuvieron razón en todo. Tenemos una ciudad que es un total y completo desastre. La movilidad y los servicios auxiliares —como aceras, drenajes, pasarelas, estacionamientos y campos de absorción de agua pluvial, entre muchos otros— son escasos o inexistentes; y los que hay no cumplen su función a cabalidad.
Hoy la Ciudad de Guatemala exige la construcción de un sistema de metro que cubra los tres grandes ingresos a la ciudad capital. Este es un problema que tiene solución desde lo económico, lo político, lo social y especialmente desde la ciencia de la Ingeniería Civil. Y como muy bien dijo el jefe de la comitiva alemana en aquel entonces: no hay excusas.